miércoles, 12 de junio de 2013

Miguel Such y la caverna del Hoyo de la Mina



Miguel Such y la caverna del Hoyo de la Mina.
Por José Antº Berrocal Pérez
GES de la SEM

Existen, en el mundo,  algunas cavidades ligadas a la personalidad de un explorador. Una de las más paradigmáticas es sin duda Altamira, unida a la persistencia de Marcelino Sáenz de Sautuola. Málaga cuenta con el singular ejemplo del explorador  Miguel Such Martín y la Caverna del Hoyo de la Mina. Such ha sido considerado  siempre un respetable arqueólogo, incluso en los años negros de la dictadura última, gracias  a su trabajo sobre la mencionada cueva (SUCH, 1920). En contrapartida  su faceta de espeleólogo ha quedado ensombrecida precisamente por su éxito temprano como arqueólogo y su exilio al inicio de la guerra civil, y por desgracia con su prematura muerte con apenas 58 años en Colombia. 

Aunque ya habíamos recogido sus trabajos en otras publicaciones (BERROCAL Y WALLACE, 2002, pág. 177-179) nos parecía, ahora que se acerca el 125 aniversario de su nacimiento, un buen momento para recordar su figura y reivindicar su faceta de espeleólogo.




Miguel Such Martín fue, sin duda alguna, el primer explorador espeleológico de la provincia de Málaga y lo hizo, desde el año 1914,  según sus propias palabras “por amor a la geología”.

En la distancia histórica que  nos separa de Such lo vemos como un intrépido explorador apasionado por las ciencias y que de una forma autodidacta alcanzó un rigor científico poco común,  aun hoy día.



ESPELEÓLOGO Y AUTODIDACTA

La recuperación biográfica,  con motivo de la reedición en facsímil de su obra por parte de la Universidad de Málaga  (FERRER, 1996),  nos muestra un perfil mucho más rico del que el ideario popular mantenía sobre el. 

Nació un 17 de enero de 1889 en la malagueña, aunque de sonoridad centroeuropea,  calle Strachan en el seno de una familia acomodada. Miguel tiene dos hermanos más: José y Juan. Estos dos hermanos estudiarían   en Granada;  el primero Geografía e Historia y será profesor en Málaga, y Juan derecho y será Magistrado también en su ciudad. Sin embargo Miguel, poco dado al estudio y sí a la aventura inicia un largo viaje,  financiado por su padre, que le permite conocer Sudamérica y Europa.  Vive en Inglaterra y Francia  con lo que llega al manejo fluido de los idiomas inglés y francés que le debieron servir, además de para su trabajo posterior como agente comercial libre, para estudiar textos relacionados con sus aficiones culturales.  Se encontraban entre ellas dos primordiales: la fotografía y la geología. Esto le llevó a realizar permanentes excursiones por los alrededores de Málaga desde el año 1914, que él mismo llama “excursiones espeleológicas”, y que realiza en compañía de alguno de sus hermanos y tres amigos comunes que compartían afición. Eran estos Rafael Montañés, Jose Fuentes y José Lara.  Como el mismo cuenta en el prologo de su libro fue en el transcurso de una de estas excursiones espeleológicas cuando un 19 de septiembre de 1917 se tropieza con la cueva del Hoyo de la Mina. En un primer reconocimiento descubre innumerables restos pero dado que la cueva esta en terrenos privados deberá esperar los permisos de la Sociedad Financiera y Minera para emprender los trabajos de excavación a partir de mayo de 1918.  En ellos se emplea los domingos y días libres  junto a sus amigos y hermanos. En algunos casos contrata peones que dirige su capataz Miguel Castillo, “Miguelillo” para la familia.

Es precisamente en el año 1918 cuando la Sociedad Malagueña de Ciencias trae a Málaga a Henry Breuil para impartir unas conferencias sobre prehistoria y la Cueva de la Pileta que el prehistoriador francés había estudiado años antes y sobre la que acababa de publicar una monografía (BRUEIL, H & OTROS, 1918). El entonces presidente de la Sociedad, Enrique Laza, le presenta al prehistoriador quien se interesa por los trabajos de Such y realizan juntos algunas visitas a cuevas de la zona de los Cantales  incluida la que excava el malagueño. Este contacto se transforma en una amistad que les lleva a trabajar juntos durante varios meses en la exploración de la cueva de Doña Trinidad, en Ardales,  catalogando sus pinturas rupestres junto al insigne prehistoriador francés. Las orientaciones y apoyo bibliográfico que debió suponer Breuil para los trabajos de Such quedan patentes en su estudio,  que puede considerarse ejemplar para el momento histórico en que fue impreso. Tanto que el profesor, de la Universidad Central de Madrid, Hugo Obermaier,  que tuvo acceso a el,   visito el yacimiento en el mismo año 1920. 

Los trabajos posteriores en los que se embarco Such están muy difusos. Lo cierto es que Miguel Such continúa con otros trabajos y siguiendo la huella de E. J. Navarro explora y estudia algunas cavidades de Torremolinos. Ferrer cita la existencia de un manuscrito sobre la cueva Tapada de Torremolinos en el que había venido trabajando en los años anteriores a 1936 y que lamentablemente se extravío (FERRER, 1996).
Su vinculación y colaboración con la Sociedad  Excursionista de Málaga queda más que reflejada en las varias fotos de las excursiones a la cueva de Doña Trinidad en las que ejerció de guía. (SEM-BOLETÍN de 1926-1927)

Su convicción republicana le llevo al exilio en los primeros momentos de la guerra civil. Primero a Francia, con la ayuda de Breuil, y más tarde a Colombia donde debió llegar hacia 1939, a tenor de algunas cartas familiares y otras del propio Breuil. 

Varias peripecias existenciales le llevan a dar conferencias y finalmente a ser contratado como profesor en el Departamento de Santander del Sur. Allí, en la ciudad de Bucaramanga, ejerció como profesor, más que probablemente de Arqueología.  Las investigaciones de carácter arqueológico le llevaron hasta las selvas de la vecina Venezuela donde en abril de 1945 sufre una hernia inguinal de la que padecía anteriormente. Trasladado a un hospital de Bucaramanca fallece el 21 de ese mismo mes. Fue enterrado en el cementerio Universal, en el panteón de la Logia Renovación, acompañado por sus amigos y miembros de la colonia española de Bucaramanga. 

Con todo lo anterior no nos cabe la menor duda de que Miguel Such fue el primer espeleólogo andaluz, del que tenemos conocimiento, y que además capitaneó a media docena de malagueños, con sus  mismas inquietudes,  en un preludio de lo que bastantes años más tarde serian los grupos de espeleología.


Vista panorámica de la cantera alta, donde se encontraba la cueva de Hoyo de la Mina y hoy sepultada por un vial.


GABRIEL PUIG Y LARRAZ
Este geólogo sevillano es uno de los primeros españoles en incorporar a sus estudios geológicos los fenómenos espeleológicos. En el apéndice del trabajo del mapa geológico de España y después como obra separada publicó su muy famoso “Cavernas y simas de España”.
Entre las páginas 215 y 216  nos habla de la cueva del Hoyo de la Mina bajo su primitivo nombre. (PUIG, 1896)
CUEVA DEL TIO LEAL.- Caverna que se encuentra a unos 1400 metros del camino de Vélez Málaga, en el sitio llamado Cuesta Blanquilla. Su entrada, de forma trapezoidal, es pequeña y da acceso a una galería o corredor sumamente estrecho y de unos 20 metros de largo: a esta distancia se encuentra un moral arraigado entre las piedras; la galería se hace más ancha, aunque por poco espacio, volviéndose a estrechar hasta un paraje en que se halla una estalagmita, punto donde la galería cambia la dirección N.S.., que desde la entrada conserva, por NO., penetrándose después en un gran anchurón de 25 metros de largo por 15 de ancho, del que parten varias galerías en diferentes direcciones. En alguna de las cámaras que se hallan en esta cueva se han encontrado huesos humanos y restos de cerámica, decía Madoz (que a su vez toma la noticia del informe dado a las autoridades en 1833), que en una de las paredes se ve embutido el esqueleto de un hombre: suponemos que habrá alguna brecha estalagmítica que empastará huesos, como aparece en las cavernas de Riaza (Segovia) y de otros parajes. Encuéntrense también en esta cavidad algunas simas y algunos pozos, que dicen están llenos de huesos de animales.
Ter. g. Calizas triásicas || Bibl. MADOZ, Dic. geogr.  ; Prado.

LAS CUEVAS DEL CANTAL
En la zona oriental de la costa malagueña, y entre  El Candado y el Rincón de la Victoria, se alzan unos promontorios calcáreos de época Jurásica en el que proliferan cavidades y otras evidencias de actividad kárstica. Asociados a todos estos episodios y a diferentes alturas sobre el nivel del mar quedan restos de playas fósiles cuaternarias, así como otros restos de rellenos alóctonos. En toda esta zona se han podido estudiar casi dos centenares de cavidades, la mayoría de poco desarrollo pero sin embargo,  algunas de ellas, de suma importancia por los contenidos prehistóricos tanto en restos materiales como pictóricos. (PEREZ BERROCAL Y MORENO WALLACE, 1988)


 Las exploraciones de esta zona comenzaron bien temprano, dado que están cercanas al antiguo camino de Vélez. Posteriormente las obras de la carretera de la costa y el tranvía Málaga-Vélez  las hizo más accesibles, aunque destruyó parte de las zonas de hábitat humano. 

El dato más antiguo sobre una cueva, en esta parte del litoral,  es la referida por Cornelio Napote que nos habla de una cueva en la que en el año 83 a.d.p. se ocultó Marco Craso huyendo de su enemigo Cinna (GUTIERREZ ROMERO, 1982). La cueva estaba situada en la heredad de Vicio Pacieco. La historia fue recogida más tarde por Plutarco en sus “Vidas paralelas”. Ambrosio de Morales, cronista de Felipe II, tras arduas indagaciones sitúa esta caverna en Los Cantales del Rincón. Años después, en 1.789 Cecilio García de la Leña retoma la información que sobre el caso tenía recopilada el padre Milla y los publica en su ya conocidas “Conversaciones históricas malagueñas” (GARCIA DE LA LEÑA, 1789). La noticia causa un gran revuelo en Málaga de modo que el gobernador envía a un grupo a la exploración de la mencionada cavidad. Como resultado quedan dos cosas claras: el relato es una mera fantasía y que la topografía que se levantó en el transcurso de esta visita es el plano más antiguo de los conocidos a día de hoy (GONZALEZ RÍOS, J.M. Y MIRET PÉREZ, F., 2007)

Poco más arriba y ya junto a la fábrica de  cemento se encontraba  la Cueva del Hoyo de la Mina ó del Tío Leal que en 1.833 fue explorada por orden gubernamental para determinar en qué consistían estos restos arqueológicos. 

En 1.917 esta cueva fue encontrada y excavada por Miguel Such con notables resultados. Tenía en total 90 metros de desarrollo divididos en varias salas, y un yacimiento con materiales desde el Epipaleolítico hasta el Neolítico medio. 

Esta singular caverna fue dada por destruida hace años al encontrarse dentro de los terrenos propiedad de la fábrica de cementos. Al parecer está perdida es sólo parcial y en el año 1990 aún se conservaban algunos tramos de galerías con buena parte del yacimiento (RAMOS, 2003). Hoy sí parece definitivamente pérdida bajo los viales de la cantera alta.

En toda  la parte alta y en una zona de explotación de la cantera se han descubierto numerosas oquedades. En 1.969 se exploró la denominada Cantera I, que a más de bellas galerías con formaciones cristalinas dio un importante yacimiento arqueológico, del que por desgracia no se pudo hacer un estudio completo. Lo componían dos galerías en forma de equis estilizada con un desarrollo de alrededor de 200 metros. En otras pequeñas oquedades de esta misma zona, denominadas Cantera II y Cantera III, que suponemos restos de cuevas de mayor tamaño, también se constató la presencia de material arqueológico. 

Después de muchos años de trabajo se ha constatado que esta área, compuesta por las cuevas el Hoyo de la Mina, los concheros y abrigos del Peñón del Cuervo y la Raja del Humo,  son unos de los pocos lugares del mundo donde se puede secuenciar la presencia de actividad humana desde hace 117.000 años, lo que en opinión del arqueólogo Julián Ramos "permitiría acercarse a las causas de la sustitución del hombre del Neanderthal por el de Cromañón" (RAMOS, 2003).  Pero por otra parte el lamentable estado de conservación de la zona y la falta de interés que muestran las autoridades de cultura está facilitando la degradación de toda la zona a pasos agigantados y con ello la perdida de espacios esenciales para la investigación de nuestra historia. (El Observador, nº 46).

DESCRIPCIÓN DE LA CUEVA
Dice Such de la cueva:
“Ya en el año 1833 era conocida esta caverna con el nombre de “Cueva del tío Leal” y decíase que en ella se encontraban gran cantidad de cazuelas, cantaros y ollas así como diferentes esqueletos humanos.”
Continua Such con el relato y en otro párrafo nos revela:
“Todos estos detalles los ignoraba cuando en una excursión  espeleológica pase por aquellos alrededores, pues los naturales del país, cazurros, no querían decir ni siquiera donde se encontraban las diferentes cuevas que el macizo hay.
Sin embargo, a fuerza de constancia y de visitar uno tras otro todos los huecos y grietas de aquellos alrededores, encontré esta caverna así como varias otras, también con restos prehistóricos, que me propongo estudiar en sus día.
Esta de que tratamos debió ser en épocas geológicas un paso de aguas como lo indican sus paredes erosionadas con todas las aristas y  salientes perfectamente redondeados. Hoy es relativamente seca, a excepción del salón más inferior, que  sin llegar a formar depósito de agua, en su suelo de fango muy blando y pegajoso. Sin embargo, en tiempos anteriores debió ser bastante más húmeda como lo indican la gran cantidad de estalactitas que la exornan  y su suelo estalagmítico, en algunos sitios de 20 c/m. de espesor, formándose en otras una toba caliza y verdaderas brechas huesosas”.
A continuación nos describe algunos aspectos de la cueva que queremos reproducir:
“Aún cuando su total longitud  alcanza unos 90 metros, la parte con arqueología se circunscribe al trozo del salón principal (nº 1) próximo a la primitiva entrada, zona que marco en el croquis con un punteado, y en el resto de este salón aún cuando he rebuscado minuciosamente, no he encontrado el menos vestigio de industria de ninguna de las épocas que la cueva encierra: a excepción de algunos trozos de cerámica rodadas muy posteriormente.
En la tras-cueva, salón nº 3 del croquis, se encuentran enterramientos neolíticos, pero las malas condiciones del suelo, extremadamente húmedo, hacen muy difícil su exploración.
Al Este del salón principal, una galería larga de 8 metros conduce al divertículo (nº 2) también con abundantes restos neolíticos y capsienses.”

Después de esto Such se dedica por entero a los aspectos arqueológicos de su obra.



Topografía de la cueva realizada por Miguel Such. En este trabajo se denota su conocimiento de la materia y su formación espeleológica.




A pesar de los esfuerzos que explica Such para realizar una exhaustiva exploración una revisión posterior, llevada a cabo por el Grupo-geoespeleológico de Málaga, y  que realizó en el año  1.960,  arroja nuevos datos sobre dos galerías dibujadas a mano por Antonio Gálvez Pacheco sobre una copia del plano de Such.




Revisión de la topografía de Such.
A la ya conocida se le añaden un par de galerías (a lápiz sobre una copia) producto de la exploración realizada por  Antonio Gálvez y Manolo Flores, del Grupo Geo-espeleológico,  en el año 1960.

LA TOPOGRAFÍA
Sorprende ver la calidad de la topografía de la cueva publicada en el libro de Such.

En la planta están reflejadas las líneas de la poligonal con que fue confeccionada de modo que podamos apreciar su meticuloso método de combinar un itinerario en las galerías y radiaciones empleadas en las zonas más amplias. El dibujo de esta topografía reseña igualmente las formaciones y otros elementos geomorfológicos de la cavidad.  La sección longitudinal, precisa y detallada, denota su interés por plasmar una realidad morfológica del espacio estudiado y al que daba su justa importancia.

El plano se completa con una indicación del N geográfico y una buena escala gráfica con la que poder medir las galerías.

Su autoría es incuestionable gracias a la firma que estampó,  a pluma y de su propia mano,  sobre la esquina inferior izquierda del pliego.

PREHISTORIA
Esta cueva, hoy desaparecida, como ya hemos referido,  por el avance de la cantera, se hallaba en el macizo de El Cantal Grande, muy próxima a la fábrica de cemento Goliat, hoy Italcementi Group,  de la barriada malagueña de La Araña. Según el plano publicado por Miguel Such, la cavidad constaba de una galería de entrada que se bifurcaba en dos para ir a salir ambas a la Sala Principal, lugar del yacimiento. De esta sala partían tres galerías de medianas dimensiones. Su desarrollo total era de 90 metros. Desde 1.833 era conocida como Cueva del Hoyo de la Mina ó del Tío Leal. En 1.917 Miguel Such la excavó, publicando sus resultados.
Según Such, aparecieron dos niveles: el superior, que correspondía a un Neolítico Final ó Eneolíticos, en que la cueva sólo se utilizó como lugar de enterramiento, aunque aparecen restos de hogares., pero en tan pequeña cantidad que no cree suficiente como para haber sido habitada. Encontró restos de cráneos y diferentes molares correspondientes a varios individuos que habían sido depositados en pequeñas galerías laterales.

 Pieza de la colección Such, en el Museo de Málaga.

En el nivel inferior (Epipaleolítico), después de un pequeño nivel Tardenoisiense (que más tarde definiría Javier Fortea como Epigravetiense, complejo laminar), aparece un Capsiense Superior típico (definido por J. Fortea como complejo geométrico con puntas de dorso rebajado), que se asemejan a las de Chatelperron y la Gravette, puntas con escotaduras, buriles de lengüeta, hojas de dorso rebajado. Las piezas en hueso son pobres en su conjunto. En este nivel hay gran cantidad de hogares.

Abunda la fauna de moluscos, crustáceos y equinodermos. Los moluscos más abundantes son el “tapes decussatus”, “solen” y “cardium”. Este nivel de cenizas, moluscos y restos de hogares llega a tener un grueso de 1,45 metros. En esta época sí se utilizaría la cueva como lugar de habitación. La fauna de mamíferos es pobre: cabra montés, jabalí, caballo... Así pues, más que cazadores, debía tratarse de un grupo humano que vivía de la pesca y del marisqueo.

La cerámica que aparece es de buena calidad, con superficies bruñidas. Las formas son variadas: vasos globulares con cuello indicado, cuencos ovoides (algunos con pitorro o vertedero de puente) con asas o sin ellas. La decoración es a base de cordones en relieve, cordones dobles, incisiones transversales en el borde, en bandas horizontales y verticales, curvas, impresiones digitales, ungulaciones, etc. Se rellenan con pasta roja con frecuencia.   En piedra aparecieron dos azuelas, un hacha de diorita, varios molinos, tres manos de mortero, y un ídolo en forma de violín. En hueso, un idolillo en falange y ocho punzones.


REVISIÓN CRONOLÓGICA
Posteriormente al estudio realizado por Miguel Such en la cueva, numerosos prehistoriadores discreparían de sus opiniones, pero no es hasta 1.973 cuando el profesor Javier Fortea vuelve a hacer una revisión profunda de los materiales epipaleolíticos.

Para Fortea el nivel inferior correspondería primero a un Magdaleniense Superior Final con materiales microlaminares, destacando sobre todo los buriles con piezas de gran calidad. También abundan las muescas y denticulados. Después vendría un nivel con raspadores pequeños, laminitas de borde abatido y micro-gravettes, que se correspondería a un epigravetiense o epipaleolítico microlaminar semejante al tipo de Les Mallaetes.

A continuación aparecen materiales que define como de tradición geométrica epipaleolítica, definido por Such como Capsiense Superior. Respecto a los niveles Neolíticos, Navarrete Enciso considera que en primer lugar la cueva sería utilizada como hábitat - aparecen hogares- y luego sería lugar de enterramiento en las estrechas galerías. El Neolítico se corresponde con el de la "Cultura de la Cuevas" y presenta caracteres tardíos por su ídolo en piedra en forma de violín y los trabajos en huesos sobre falange que ya son propios del Bronce I.

EXCAVACIONES DE 1998 Y 2000
Hacia mediados del año 1996 el arqueólogo Julián Ramos recorre algunas zonas de la cantera alta y constata que aún se conservan algunos restos de  Hoyo de la Mina (RAMOS, 2003).  Los trabajos de excavación de estos  restos han permitido  establecer una estratigrafía completa de lo excavado por el propio Such. 

Entre 1.996 y el año 2.001 el Área de Prehistoria de la Universidad de Málaga realiza investigaciones excavando la parte que aun se conservaba de esta cavidad, (RAMOS, 2004; FERRER Y BALDOMERO, 2005)).    El periodo 1996-97 se empleo en la revisión del estado de conservación de la cueva. Un segundo proyecto que abarco 2000-2001 se empleó  en la recuperación integral de los sedimentos conservados.  Estos trabajos permitieron también  la recuperación de todo el material que aun se conservaba en la cueva así como la planimetría de los restos de una forma muy precisa.  Esta planimetría comprendía igualmente la obtención de un perfil estratigráfico completo. En base a estos trabajos se ha podido revisar algunos aspectos de la secuencia cronológica, que si bien es en lo esencial a lo ya conocido tiene algunas novedades (FERRER y BALDOMERO, 2005).  La nueva estratigrafía ha permitido precisar más los niveles de la cueva. Así se han delimitado los distintos periodos neolíticos y se ha añadido un nivel como solutrense, ya en contacto con el nivel base del yacimiento.

De los trabajos de recuperación llevados a cabo ente 1996 y 2001 se puede deducir que la cueva fue empleada, en algunos  momentos, como hábitat en contra de lo que en su día afirmó  M. Such.  Sin embargo en lo esencial esta nueva secuencia propuesta en 2001 viene a revalorizar las investigaciones de M. Such y a afianzar la fiabilidad de los trabajos llevados a cabo entre 1917 1918. (FERRER Y BALDOMERO, 2005)


Con la nueva revisión la secuencia crono cultural  de Hoyo de la Mina quedaría así:

COMPARATIVA DE LA SECUENCIA DE SUCH Y LA OBTENIDA POR LOS TRABAJOS DE 1996-2001.
Niveles
Secuencia de 1918
Niveles
Secuencia de 2001


1
Derrumbes visera de la cueva


2
Derrumbes parciales
1
Nivel Neolítico

3
Neolítico Pleno I
4
Neolítico Pleno II
2
Nivel mixto
Neolítico Antiguo?
3
Nivel tardenoisiense
5b
Epipaleolítico Microlaminar
4
Nivel Capsiense
6
Magdaleniense Superior Mediterráneo B


7
Solutrense Evolucionado
5
Nivel de base
8
Nivel de base


LA INCERTIDUMBRE  DE NUEVOS YACIMIENTOS
Visto  el final  trágico de este singular yacimiento arqueológico y las acciones de  la cantera en sus actividades extractivas ¿Qué va a pasar con el resto de zonas no exploradas aún?  De momento la delimitación de los terrenos propiedad de la fábrica y la propia actividad minera no permite la prospección de la zona.  Por otra parte dada la naturaleza de la propia actividad no es posible garantizar la integridad de  los nuevos hallazgos fortuitos en la zona de trabajos de minería. Como ya denunció la revista El Observador (XX, 2005) se han destruido más de siete cavidades en los últimos años, de las que tengamos noticia cierta. Sin embargo no sabemos si en realidad se han perdido  más y el alcance de estas pérdidas.

AGRADECIMIENTOS
A Loreto Wallace por la revisión del contenido sobre prehistoria y a Antonio Galvez por sus datos sobre la exploración de la cueva en los años 60.   
A Rafael Puertas Tricas  (q.e.p.d.) que me facilitó las fotos de algunas piezas de la Colección Such.


BIBLIOGRAFÍA

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FERRER PALMA, J.E. (1996) “Estudio preliminar” en Miguel Such: “Avance la estudio de la caverna del Hoyo de la Mina”  Facsímil Universidad. Málaga. Pág. V-XXI.

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Málaga, 10 de junio de 2013.


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